El cine experimental tocó techo en 1990 gracias a Begotten, obra del director E. Elías Merhige.
Sin diálogos y en riguroso blanco y negro, el tratado de la imagen a base de filtros y distorsiones es una maravilla, pura estética, pura narración. Los sonidos merecen especial atención, están hechos a partir de ambientes naturales y siguen cierta pauta a la que el oído se acostumbra. No solo ayuda a crear atmosfera, si no que encajan en las imágenes y potencian la historia.
Siempre he pensado que el cine tan personal guarda una interpretación distinta para cada uno. La pregunta que hay que hacerse no es ¿Qué significa para el autor? Si no ¿Qué significa para mí?
La historia, contada palabra por palabra es simple. Que cada uno se hagas las preguntas correctas, y lea también lo que hay entre líneas.
Dios esta enfermo, y se corta y mutila hasta que al final muere en agonía. Tras la muerte de Dios, aparece Madre Tierra, que utiliza el semen y la sangre de Dios para concebir a su hijo. Una suerte de “Adán”, que nace enfermo y es incapaz de ponerse de pie, hablar, etc.
El hijo de la Tierra es capturado por los hombres, torturado y humillado, al igual que su madre, que es capturada y asesinada.
Los hombres salvajes entierran los restos de ambos cuerpos, y con el paso del tiempo y las lluvias, emerge la vida de nuevo. Y así será “ad infinitum”
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