Takashi Miike es uno de nuestros directores favoritos, y lo es gracias a cosas como este extrañísimo film de 2001.
Hay que decir que es un remake de una película de Pasolini, y si ya esta era extrema, imaginaos el resultado cuando pasa por la mente de Miike.
La historia transcurre alrededor de la familia Yamazaki, totalmente desestructurada y aberrante, con una hija prostituta, un hijo tirano, el padre fracasado y la madre heroinómana. En medio de este cuadro aparece un personaje totalmente anónimo, el visitante Q, que cámara en mano grabara a toda la familia en sus miserias diarias.
El resultado es un relato terrible, absurdo y a la vez cautivador sobre unos personajes totalmente desquiciados por sus vidas.
Q, hace de del ojo que todo lo ve y que no juzga ni interviene, tan solo hace de testigo, de espectador (nunca mejor dicho)
A destacar que el padre de este esperpento de familia es un pobre diablo que quiere hacer un reality-show para venderlo a la televisión. Llegará a filmar los abusos que se cometen contra su hijo en el colegio, mientras Q le graba haciéndolo, mientras nosotros en casa lo vemos… Esta situación tipo “muñecas rusas” es abundante y no hace si no abrir mas puertas a las múltiples interpretaciones que admite esta gran obra.
El guión es sólido y no deja de sorprendernos a lo largo de la hora y media que dura, haciendo que la película enganche de principio a fin. Posiblemente, uno de los mejores trabajos del director japonés.
La mejor de Miike
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